Iglesia parroquial de San Pedro Apóstol

Declarada Bien de Interés Cultural desde 1985
La iglesia parroquial de San Pedro Apóstol, una de las más antiguas del sur de la isla y cuyo origen está en la modesta capilla que Pedro Soler y su esposa, Juana de Padilla, ordenaron construir allá por 1530.
Esta ermita fue elevada a la categoría de parroquia con la condición de que la familia Soler la ampliara. Por este motivo, los nietos de Pedro Soler derribaron la pequeña ermita y levantaron la majestuosa iglesia que hoy podemos ver, terminando las obras en el siglo XVII.
La iglesia se presenta como un templo de una sola nave y planta de cruz latina; con estilo canario y artesonado de inspiración mudéjar; carece de torre, pero aun así está rematado en una bonita espadaña.
Encima de la portada lateral del templo aparecen dos llaves cruzadas y la tiara papal, alusivas a San Pedro, titular de la parroquia. En cambio, sobre la portada principal se conserva una inscripción en la que consta que la iglesia se terminó de construir en 1675, siendo su beneficiado Matías Ruíz Alfonso.
En el interior del templo pueden apreciarse las huellas de la familia Soler, como el sol tallado en piedra que está en la clave del arco que separa las naves; el escudo de madera ovalado que hace alusión a esta familia y su distinguida situación en la sociedad del momento.
Por otro lado, la escultura más antigua y valiosa que posee esta iglesia es el San Pedro de alabastro, esculpido por Pedro Villar en el siglo XVI y donado por Pedro Soler a la primitiva ermita de Vilaflor.
A los pies del templo se encuentra el baptisterio, donde se conserva una antigua pila bautismal del siglo XVI en la que recibió las aguas del bautismo el Santo Hermano Pedro, y que aún hoy sigue en uso.